¿Cansado de sentir que no avanzas y que tus metas están cada vez más lejos sin importar lo mucho que te esfuerces? ¿Y si te dijéramos que invertir en tu salud es invertir en tus metas?
Atrás quedaron los días donde la salud era vista como algo ajeno al resto de nuestras vidas. Hoy, con una concepción más holística, entendemos que invertir en salud es invertir en nuestras metas, relaciones interpersonales y calidad de vida en general.
La salud dejó de verse cómo aquello que hay que atender o reparar cuando se ve afectado y pasó a ser la capacidad de desarrollar condiciones físicas, mentales y sociales que nos permiten vivir en plenitud.
Hoy se parte de la idea que al tener buena salud tenemos:
Esto se traduce a tener mayor capacidad para tomar decisiones y cumplir nuestras metas profesionales y personales en general.
Cada vez hay mayor conciencia sobre la relación que existe entre lo que comemos y cómo nos sentimos. La elección de alimentos ya no solo obedece a cuántas calorías tienen, sino también a sus nutrientes, su forma de obtención y conservación.
Hoy se habla de smart food y de cómo una ingesta balanceada y de calidad puede no solo puede prevenir enfermedades físicas sino también mentales.
Educarnos sobre qué comer y cómo debemos hacerlo es, sin duda, un atajo importante en nuestro camino de bienestar y plenitud, así que no es de sorprender que cada vez haya más programas y planes de salud que incluyan entre sus beneficios una orientación integral de cómo alimentarnos mejor.
Y por supuesto, a esto de la alimentación consciente se le suma como ingrediente indispensable la actividad física al menos tres veces por semana.
Otra práctica que está en alza por sus múltiples beneficios es el mindfullnes o atención plena, un ejercicio de meditación que consiste en prestar atención al presente sin juzgar lo que se está sintiendo. Lo que nos permite estar más consciente de lo que está ocurriendo en nuestras vidas aquí y ahora.
Esto a su vez nos permite trabajar intencionalmente en nuestro estrés, dolor, enfermedad, pérdida o desafíos de la vida en general. Estos beneficios han hecho que la práctica se incluya en tratamientos de enfermedades como la depresión, ansiedad, cáncer y diversas terapias psicológicas para tratar y prevenir distintas condiciones.
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Desafíos como la poca tolerancia al fracaso, la exposición digital de la vida a través de redes sociales y el alto nivel de competitividad entre personas, hacen urgente el saber gestionar nuestras emociones.
El acelerado ritmo en el que vivimos, las tendencias cortoplacistas y las exigencias del mercado laboral han sumergido a esta generación en ansiedad, depresión y enfermedades crónicas.
Como nunca antes es vital educarnos sobre cómo manejar nuestras emociones como una forma de prevenir, mantener y sanar nuestra salud integral.
El cambio en las estructuras familiares (familias sin hijos, familias disfuncionales y familias ensambladas), así como la dependencia de dispositivos tecnológicos en la mayor parte de las actividades cotidianas limitan en gran medida nuestras habilidades sociales.
Esto convierte al esparcimiento social en una tarea pendiente que debemos trabajar de forma constante si queremos gozar de una salud integral.
Hoy, con una identidad espiritual más flexible, las personas buscan reconectarse con ese mundo espiritual descuidado en las últimas décadas y reconocen con mayor facilidad la necesidad de creer en algo más profundo que ellos.
Esta tendencia se refleja, por ejemplo, en el auge de viajes a destinos donde se practican rituales religiosos que prometen acercar a las personas a esa fuerza superior que reside fuera y dentro de ellos mismos, así como de actividades que buscan alimentar el espíritu.
Este panorama nos hace preguntarte, ¿qué tal si en tus próximas vacaciones, o mejor aún, en tus tiempos libres, incluyes actividades que te nutran espiritualmente?
Como ves, lograr tus metas puede volverse mucho más sencillo si decides invertir en tu salud integral. Después de todo, salud es igual a vivir en plenitud y en libertad la vida que deseamos.